Siempre se dijo que los aborígenes canarios descendían de los ancestros bereberes que poblaron el archipiélago y que permanecieron incomunicados entre islas hasta la llegada de la Conquista. Pero, unas semillas de cebada ¡lo cuestionaron todo!
Las crónicas escritas por los primeros colonos europeos y la escasez de pruebas arqueológicas dictan que los antiguos canarios no navegaban, no hubo movimiento entre islas.
Tras un estudio del especialista en Arqueobotánica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) Jacob Morales se concluyó que los agricultores de Canarias del siglo XXI siembran sus campos con toda una reliquia: el mismo linaje de cebada que ya estaba en las islas antes de la Conquista, el que se conserva en varios yacimientos, el mismo que trajeron desde el continente los antepasados bereberes.
A su juicio, el rastro del ADN de la cebada abre una hipótesis: que durante siglos hubo una intensa comunicación entre islas en tiempos prehispánicos, entre esos pueblos que supuestamente estuvieron siempre separados.
No se han encontrado otras pruebas arqueológicas que indiquen la práctica del comercio o trasiego entre islas. Pero, este estudio sobre la cebada sugiere que no todo está dicho en ese campo y que puede quedar mucha investigación por desarrollar al respecto.